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Viviendas para personas mayores en Europa.Nuevas tendencias para el siglo xxi


Pilar Rodríguez Rodríguez,

Presidenta de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal,



El bienestar que experimento ante el fuego cuando el mal tiempo cunde es todo animal. La rata en su agujero, el conejo en su madriguera, la vaca en el establo deben sentirse tan felices como yo, en mi casa (Maurice de Vlaminck)


Las sociedades modernas están experimentando una enorme transformación desde múltiples perspectivas. Uno de los indicadores que más está contribuyendo a este cambio es el incremento constante de la esperanza de vida y, como corolario de la misma, de la longevidad humana. Según las últimas proyecciones demográficas del INE para España, dentro de tan solo quince años la población mayor de 65 años pasará de representar un 19% a más del 25% del total. Y durante ese corto periodo de tiempo el número de personas mayores de 80 años se incrementará en un millón de personas


Sorprende que, ante un cambio como el mencionado, que no tienes precedentes en la historia de la humanidad, en algunos países, entre los que podemos incluir a España, no se esté respondiendo en materia de oferta de viviendas a este grupo de población de manera adecuada, cuando tanto la planificación urbanística como la arquitectura tienen un alto potencial de ser generadoras de soluciones adaptadas a los cambios sociales. Sin duda, la escisión que desde siempre ha existido en nuestro país entre las política de vivienda y las de servicios sociales y de sanidad están entre las causas de esta debilidad en la oferta pública de viviendas para personas mayores incluidas aquellas que tienen situaciones de dependencia.


Que estas casas se diseñen integradas en entornos comunitarios (y no en el extrarradio de las ciudades) y que los apoyos y cuidados se presten con el enfoque de atención centrada en la persona es la tendencia clara que se aprecia en los países más avanzados.


Conocemos por la investigación desarrollada que las personas mayores de hoy, y aún más las que están llegando a la edad de jubilación, presentan un perfil muy diferente al de generaciones anteriores: mucho más alto nivel de estudios, pensiones más elevadas, modelos de ocio más sofisticados, mayor conciencia de sus derechos y, por tanto, con un grado de asertividad y exigencia superiores.


Este cambio de perfil agudiza la negativa percepción que las personas mayores tienen en cuanto a los modelos de alojamientos actualmente existentes para cuando se precisan apoyos y cuidados (las residencias). Y reclaman cada vez con más fuerza contar con viviendas modelo hogar en el que puedan mantener el máximo control de sus vidas, aunque lleguen a desarrollar situaciones de dependencia.


Estas son las razones principales por las que en nuestra Fundación nos planteamos continuar colaborando al mejor conocimiento de las alternativas que se están desarrollando desde hace años en diferentes países de Europa para personas mayores en materia de vivienda.


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