La primera residencia pública del mundo para mayores LGTBIQ+ situada en Madrid
Josete Massa, residencia para mayores LGTBIQ+
11 febrero, 2021 por Alexia Columba Jerez
La Fundación 26 de diciembre es la responsable de un proyecto que supone mirar de cerca la historia del colectivo LGTBIQ+ para entender cuál es su realidad y el por qué necesita tener una residencia especializada en Villaverde
Federico Armenteros, creador y director de la Fundación 26 de Diciembre (F26D), fue uno de los muchos a los que le tocó vivir en la mayor represión: <<En la época franquista el tema LGTBI era algo de lo que no se podía hablar, tenías la sensación de que no encajabas, que no pertenecías a ese mundo. Solo sabía que me llamaban maricón, y como no tenías a nadie a quien acudir pensaba que si me gustaban los chicos es que era chica, porque solo existía ese pensamiento binomial, chico y chica. A mí no me detuvieron, pero los que estuvieron recluidos están hoy muy tocados porque nadie les ha pedido perdón. Desde 1954 hasta 1978 ¿qué recuerdo ha quedado de esas personas que fueron detenidas o llevadas a los centros de concentración por pervertidos?>>.
Para aguantar todo eso muchos terminaban tomando alcohol o heroína. Armenteros estuvo como educador en comunidades terapéuticas y le chocó el que hubiera tantos gays rehabilitándose. Mientras que otros se han quedado en el victimismo, él incide en que se habla de la marica mala, existe, pero existe porque han sido víctimas que no han podido salir de ese victimismo ni racionalizar su odio. Hoy es difícil conseguir hablar con ellos de todo esto, y en las pocas ocasiones en que detallaron lo que les pasó en las cárceles de la dictadura, en lugar de ser una catarsis, quedaron en carne viva.
Federico Armenteros
Si la idea es encajar perfectamente en los cánones de la sociedad que terminan imponiéndose a todos en nombre de lo que está bien visto, cuando este tic se convierte en costumbre ¿cómo se les devuelve la identidad a los que han sido convencidos sistemáticamente de ser anormales por ser quienes son? La norma impone, pero el “sujeto” por el simple hecho de serlo se desborda.
Cuando se practica una discriminación institucionalizada y enmarcada por términos como maricón, degenerado, bollera, invertido… Lo que resta es la vivencia de una sexualidad y una afectividad clandestinas. Pero el silencio puede ser un legado contundente que revela sus secuelas y presupone de toda generación siguiente preguntarse por qué ese espacio vacío entre dos hitos. Todo ello permite entender la práctica de una violencia soterrada del que golpea abriendo la boca o cerrando el puño. Una violencia cotidiana, pasada o presente, que sigue generando víctimas y que en el caso de los mayores LGTBI, con la pandemia, ha visto agravada su situación. Una que está marcada por una profunda soledad.
Esto nos devuelve el balance de todo un grupo de personas mayores que necesitan comprender lo que merecen como sujetos de pleno derecho. Representan la memoria viva que completa la versión oficial. Y llegar a ellos, a veces, requiere de iniciativas concretas, como dice Armenteros: <<Somos el brazo del Estado, llegamos a donde el Estado no puede llegar>>, y en el tránsito combaten la homofobia, la transfobia o la lesbofobia de toda una sociedad. Hasta ahora 800 personas se han relacionado con la Fundación y en Madrid hay unos 160.000 mayores del grupo LGTBI.
La idea de esta residencia, situada en Calle del Arroyo Bueno, 20-22, es visibilizar la diversidad, y el que sea especializada es importante para las personas y su derecho a la elección, igual que en sanidad tienes derecho a elegir médico, centro de salud y hospital especialista. En lo social no, se trata de luchar para que haya una igualdad real para todos, estando en sitios en el que puedan estar a gusto.
Las residencias parten de la heteronormatividad, las fotografías con las que se anuncian son parejas de ancianos mujer y hombre, siguen sujetas a un pensamiento binario. También, puntualmente, hay homofobia entre los trabajadores de residencias que resultan restrictivos o maltratan al grupo LGTBI. Por eso mucha gente, que ya está en geriátricos, está pidiendo el traslado a esta nueva residencia. Están esperando entrar personas de más de 70 años que se han quedado en la calle, lo que es muy normal en la mujer cuidadora y en el gay cuidador, porque para poder entrar en una residencia pública hay que ser pobre de necesidad y mayor de 65 años.
El nombre de la residencia Josete Massa responde a la primera persona que creyó en el proyecto de la residencia. El contacto se inició con la trabajadora social de su centro de salud, porque según Armenteros la situación de la gente mayor la captan más los de salud que los de servicios sociales, ya que a buscar las pastillas uno va siempre, pero no siempre se hace uso de los servicios sociales.
Josete era un hombre que no permitía que nadie entrara en su casa, vivía aislado desde hacía 17 años, había pasado su juventud en un psiquiátrico después de que su madre lo denunciara por ser bisexual. Cuando la Fundación 26 de diciembre se encargó de su caso tenía diagnosticado un cáncer de próstata y los médicos con el tiempo le dijeron que estaba en fase avanzada, no quería morir en un hospital y después de pelearlo la Fundación consiguió que recibiera cuidados en su casa. Al final murió acompañado y dejó su patrimonio a la Fundación 26D. Josete fue uno de los que sufrió en silencio, ponerle el nombre a la residencia es una forma de rescatar del anonimato a otros Josetes.
Se eligió Villaverde como lugar para la primera residencia pública del mundo para mayores LGTBI porque había un edificio del tamaño adecuado que evitaba la masificación. Iba a estar acabada para diciembre de 2020, pero Armenteros con el casco de obra en medio de pilares a la vista, paredes por enyesar y con el ruido de fondo de dos obreros, comenta resignado que la pandemia lo ha detenido todo. No obstante, el proyecto sigue en marcha, contará con 62 plazas y la idea es deshacerse de los tópicos que rodean los geriátricos, habrá ventanales y espacios abiertos y luminosos con los que demostrar que no hay nada que ocultar.
En las plantas superiores se alojarán los mayores más dependientes, en la primera planta estarán los que tienen autonomía pasando por los que necesitan apoyo continuo y la última planta será para cuidados paliativos. Habrá cuatro murales que ocuparán las paredes de la residencia, y cada planta tendrá uno de los colores de la bandera LGTBI. Estará todo domotizado lo que agilizará las actividades y favorecerá el seguimiento personalizado de cada residente. En el sótano estará el tanatorio donde habrá un muro para colocar un relicario con las cenizas del fallecido y el primero será el de Josete Massa.
La residencia también será a su vez un centro de día con espacio para 15 personas de las que la fundación 26d se encargará de llevar a sus casas, dado que una de sus actividades es la asistencia domiciliaria. Habrá terapeutas, psicólogos y el papel del voluntariado tendrá un peso fundamental, porque se convertirán en parte de la rutina de los mayores para desarrollar un apego entre el voluntario y el mayor.
La pregunta cómo quieres que te cuiden vertebra las actividades de la Fundación 26D, <<no somos la Rottenmeyer no venimos a ordenar como un sargento a la persona mayor>>, comenta Armenteros. Se busca generar vínculos, en ese sentido destaca el caso de Viola, una mujer transexual que era conocida en los 90 por ser una habitual en Gran Vía. Tiene deterioro cognitivo y gangrena en las piernas y está actualmente en una residencia a la espera de que abran la de Villaverde. El caso de los transexuales es especialmente preocupante como revela el Informe del Imserso de 2019: <<en el caso de personas trans, el riesgo de pobreza severa afecta a un 72% de las personas participantes en este estudio>>.
Al principio los vecinos temían que el proyecto consistiera en abrir una institución para drogodependientes, cuando se enteraron que era una residencia para mayores LGTBI no les generó mayor problema. Para la F26D el proyecto compensa a la comunidad desde el lado empresarial, social y laboral, se generarán cincuenta puestos de trabajo y se reactivará un edificio que estaba vandalizado.
Fundación 26 de diciembre
Recuperar los testimonios del grupo LGTBI es una de las labores de la Fundación 26 de Diciembre. Desde el primer momento en que pones un pie en su sede de Lavapiés entiendes que estás ante la idea de un segundo hogar, enmarcado por la seguridad del que está dispuesto a escuchar, y aportar soluciones a todo aquel que viene en busca de ayuda. Puedes encontrar colgadas e iluminadas por una luz color ámbar las fotos de la juventud o de la niñez de los usuarios, y todo ello contribuye a esa idea de salón comedor en una casa de puertas abiertas. Porque si bien F26D trabaja con usuarios a partir de los 50, asesoran a cualquiera que lo necesite contactando con distintos recursos, el fin es no dejar a nadie con una sensación de desamparo.
Para Armenteros, al trabajar con el grupo de gente mayor su diagnóstico es claro: <<su situación es muy dramática, somos una sociedad que vivimos a espaldas de los mayores. Practicamos un edadismo crónico. Y los mayores LGTBI no tienen un círculo sólido de gente a la que recurrir. Por eso hay mucha gente con depresión, porque parece que te ha tocado vivir en una sociedad que ha estado siempre contra ti, y más aun de mayor. Te das cuenta de cómo te maltratan a nivel social y psicológico. Y con el Covid-19 se ha hecho más evidente, con gente que se ha quedado sin dinero o en la calle>>. Muchos de ellos han internalizado la homofobia de la que han sido víctimas, se creen sin derechos y por esa razón no los ejercen
Aunque todo esto se intenta paliar desde la Fundación 26D, la trabajadora social, Beatriz Rodríguez, remarca que las alternativas tecnológicas funcionan en tanto en cuanto estás acompañando, pero no se puede comparar con la intervención en persona. Para Francisco Semper, responsable del área socioeducativa de la organización, de la pandemia han aprendido que la brecha digital sigue presente en el usuario de más edad, lo ven en las gestiones que ellos tienen que hacer a través de aplicaciones que nunca han usado antes, básicamente <<trabajamos con un colectivo que necesita mucho el contacto>>.
Federico Armenteros hace hincapié en que es necesario hacer la campaña Por tus derechos, y recordarles al grupo LGTBI que son merecedores de tener esos derechos como el resto, y no pasa absolutamente nada, <<nadie te va a decir es usted una guarra por casarse con una mujer. Somos nosotros mismos, los que no somos capaces de entenderlo>>. Él se casó y tuvo una hija, pero siempre supo que algo no terminaba de funcionar en su vida y eso lo llevó a divorciarse. Ahora se ha casado con su pareja con la que lleva conviviendo 14 años, “teníamos una boda preparada para junio, pero la pandemia lo impidió. Nos casamos el 9 de octubre con una celebración de 4 personas, cuando teníamos una lista de invitados de 400. La celebración la hemos pospuesto, no obstante, es importante llevarla a cabo para vivir esos actos como una cotidianidad llena de alegría, pero las personas de más edad LGTBI siguen resistiéndose”.
Tan solo un 4% hace uso de recursos públicos sociales situándose en y muy lejos del 46% de los servicios de participación social para población mayor general , así lo confirma el informe del Imserso de 2019 sobre mayores LGTBI:
Las personas mayores LGTBI viven auténticas situaciones de pánico en plena pandemia, a las lesbianas mayores les está aflorando la esquizofrenia. Toda su vida vivieron en un ambiente en el que tenían que estar alertas, y por tanto terminas paranoico,
El funcionamiento de la sociedad te ha hecho paranoico, afirma Armenteros
La lectura subyacente en el caso de las lesbianas es que se da una triple discriminación: edadismo, machismo y lesbofobia que sigue viva y coleando en las residencias y los centros de mayores.
El problema recurrente, que señalan los expertos que trabajan en la Fundación, es el de la no visibilizacion, el de la armarización: <<cuando la pareja con la que han podido estar treinta años muere, esa persona no es nada, no tiene derecho a pensión de viudedad y los familiares pueden echarla del hogar en el que vivía con su pareja>>. Pese a legalización del matrimonio, pese a la consecución de derechos ganados, aún existen barreras internas ya no solo a nivel económico, sino también a nivel de duelo, ya que en muchas ocasiones no pueden estar presentes para poder despedirse de sus seres queridos o no son reconocidos como sus parejas en el entierro. El mensaje que reciben con gestos como esos es que no tienen derecho a verbalizar lo que quieren.
En todo ese proceso la trabajadora social, Beatriz Rodríguez, afirma que los profesionales tienen que abrir el objetivo de miras, entender que existe la diversidad y que eso no es extraordinario si no que está en el día a día. <<Si tienes una patología cardíaca necesita al especialista de cardiología, ocurre igual cuando se necesita la atención sobre una problemática específica que necesita recursos específicos. Se necesita seguir avanzando>>. Pese a que se habla del colectivo LGTBIQ+ habría que entrar en ver cuál es la realidad de cada una de las letras, no es lo mismo el transexual de 70 años, que la lesbiana, que la persona bisexual de 70 años.
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