La vejez lejos de la residencia.
La asociación Elkarbidean busca crear una cooperativa para impulsar un proyecto de vivienda comunitaria en Donostia
quien más y quien menos ha reflexionado alguna vez sobre cómo quiere vivir los últimos años de la vida y la gran mayoría de la población lo tiene claro: no quiere acabar en una residencia. Sin embargo, una cada vez mayor esperanza de vida, la soledad en la que viven muchas mayores y las situaciones de dependencia que se desarrollan en la vejez provocan que esta opción deba entrar en la ecuación. Pero hay quien se resiste a esta disyuntiva y quien está dispuesto a introducir un mayor número de variables a la operación.
La asociación Elkarbidean lleva desde enero trabajando en el proyecto Hiritik At, un modelo de cohousing (vivienda colaborativa, comunitaria) en Gipuzkoa, concretamente en Donostia. El camino es largo e incluso tortuoso (Elkarbidean surgió después de que otra asociación, Housekide, tirara la toalla tras años de batalla), pero comienzan a asentarse los cimientos. Pero, ¿qué es el cohousing?
El apoyo de la comunidad
El cohousing es un tipo de vida comunitaria, surgido en Dinamarca hace más de ocho décadas y que se ha ido extendiendo por toda Europa. Consiste en centros residenciales constituidos por viviendas privadas y espacios y servicios comunes, que están gestionados por los propios residentes y en los que se ofrecen las prestaciones previamente acordadas por la comunidad en función de sus necesidades. Asimismo, las personas que convivan en estas viviendas, se comprometen a colaborar y ayudar a que se desarrolle una buena vecindad entre los miembros de la comunidad.
Actualmente, en el Estado existen alrededor de 40 proyectos de este tipo, media docena de ellos en Euskal Herria, cada uno de ellos en distinta fase de ejecución (desde los que son todavía proyectos hasta los que llevan varios años en funcionamiento), y de distinto tipo: los que están diseñadas para gente mayor, para jóvenes, los intergeneracionales (los que mezclan a personas de la tercera edad con jóvenes con problemas para acceder a una vivienda), los que están sostenidas únicamente con dinero privado y en los que la Administración se ha involucrado. “Cada uno se hace su traje a medida”, explican Ixabel Fernández y Marisa Sarria, dos de las impulsoras de Hiritik At.
Tras seis meses de trabajo, están en camino de cerrar los estatutos que regirán la futura cooperativa y ahora se afanan por lograr que el Ayuntamiento de Donostia se involucre en el proyecto, con la cesión de unos terrenos que permita poner en marcha esta experiencia piloto en la ciudad, ya que en función del terreno donde vaya a ubicarse la comunidad, podrá definirse el número de viviendas que se establecerá y de qué servicios dispondrá. “Lo que buscamos es una cesión de suelo público para determinados años. Que la cooperativa sea propietaria de las viviendas. Que estas sean de uso y disfrute y al finalizar la estancia, pasen a la siguiente persona que esté en la lista, devolviendo a esa persona o sus familiares en caso de fallecimiento el dinero invertido en el proyecto”, exponen.
Reconocen que la cesión de suelo público para el uso de una cooperativa privada es una cuestión farragosa, pero advierten de que pueden ahondar en fórmulas de intercambio que beneficien a toda la sociedad. “Nosotros, por ejemplo, somos propietarios de viviendas que podrían ponerse a disposición de gente joven a través de un alquiler social”, cuentan.
El Ayuntamiento de Donostia ha recibido con “muy buena disposición” el proyecto, aunque encontrar un entorno urbano donde desarrollarlo no está resultando sencillo. “Estamos hablando y necesitamos que se involucren. No queremos una jaula de oro en mitad del monte. Somos gente muy activa y queremos abrir los servicios al barrio, ser útiles para la comunidad”, afirma Fernández.
No se atreven a hablar de plazos, pero son conscientes de que una vez tengan el terreno, “todo irá rodado”.
Más de 20 interesados
Por el momento, hay más de 20 interesados en formar parte de esta cooperativa y, por lo tanto, integrar el proyecto. La mayoría de ellos son mujeres, solas y con edades comprendidas entre los 50 y los 70 años, pero también hay hombres y parejas. Todas ellas tienen algo en común: son personas muy activas, vinculadas al tejido asociativo del territorio y a las que les aterran los modelos de envejecimiento actuales. Por ello, y basándose en experiencias importadas del norte de Europa, creen que Euskadi tiene un gran potencial para desarrollar este modelo de viviendas.
En estos meses de trabajo en Hiritik At han discutido sobre cinco cuestiones clave del futuro proyecto: el modelo de convivencia, el diseño de las viviendas, los cuidados y la resolución de conflictos, la viabilidad económica y la financiación, y los estatutos de la propia cooperativa. “Ya hemos definido los aspectos clave que todo cohousing debe tener;nos queda que nos cedan el terreno”, insisten.
No van a dejar de insistir, porque son conscientes de que si dejan pasar el tiempo, el proyecto terminará muriendo. “En su día luchamos para que todos los barrios tuvieran guarderías, para que hubiera ikastolas. Ahora nos toca luchar por esto”, asegura Sarria, al tiempo que insiste: “Está más que demostrado que este tipo de vida en comunidad tiene ventajas sociales y económicas que las instituciones tienen que valorar. La gente mayor se autogestiona y ayuda y los servicios sociales se centralizan y se retrasan en el tiempo porque la calidad de vida es mejor”.